Travesía, reencuentro personal o lección de vida díganlo ustedes. Parte III

…. DEBÍAMOS SEPARARNOS.



Bueno, pues luego de despedirnos de la policía ya con sonrisas, entrar las moticos a un balcón del hotel y bajar las maletas, entramos a la habitación.

En una situación como esta, no se puede ser muy exigente, pero quiero contarles más o menos como era nuestro lugar de descanso: consistía en un cuartico de paredes verdes con dos camas, una sencilla y una doble casi que montadas una encima de la otra en ¨L¨, un ventilador que tenía aproximadamente unos 20cms de diámetro (ya habían apagado la planta del pueblo, entonces era lo mismo que nada) y una mesa en la cual creo que solo cabían las bolsas de zip-loc en donde llevábamos los documentos y celulares (que en este caso el de Javier no servía para nada), entonces la pregunta fue… Y EL BAÑO?... pues bien, el baño era compartido y el ¨hotel¨ es visitado por los operadores de grúas y maquinaria pesada de la zona.

Nos sentamos en las camas, con las luces de las linternas a comer (cada uno una lata de atún, un poco de maní acompañado de unas deliciosas galletas energizantes y ponymalta), luego del análisis del día, nos quedamos dormidos.

Al día siguiente y sin pensarlo mucho, la decisión fue tomada, teníamos que regresar, la situación de la noche anterior, más las costillas que no habían dejado dormir y mi moto en malas condiciones, nos hicieron recapacitar. Muy temprano a eso de las 6:00am, entró una llamada de Juan y le contamos lo que había pasado, él ya estaba organizado y me dijo que salía para Santa Rosalía a buscarnos, le di la ubicación del hotel y me dijo que arrancaba inmediatamente a vernos.

Salgo de la habitación al baño y me encuentro con el dueño del hotel, un profesor de arpa llanera (instrumento musical), el cual se presento como ¨el profe¨, le pregunté por el taller de motos y mientras me daba las instrucciones de cómo llegar, apareció una señora que estaba haciendo aseo y me ofreció un café, creo que de los mejores que me he tomado en la vida.

Estando afuera con mi delicioso café y mirando la calle encementada que está al frente del hotel, se me acercó un hombre de unos 25 años que mirando las motos me dice ¨ustedes llegaron acá en eso?¨ se reía y comenzamos a charlar de motos, él me dijo que había una salida para regresar por Casanare, solo debíamos pasar el rio, hacer unas 3 horas de recorrido por sabana con trocha y estaríamos en pavimento, la ruta era muchísimo más larga pero teníamos que evitar el polvo y la piedra, luego salió Javier y seriamente me dijo, ¨ya avió su moto?¨, era obvio que yo solo estaba concentrado en mi rutina mañanera de mi café y cigarrillo sentado en el andén, creo que lo saludé y le contesté ¨venga siéntese y luego nos preocupamos por eso¨.

Conversamos un rato acerca del regreso, pues no podíamos volver por el mismo camino, ya que las costillas, mi espalda y el polvo no eran una buena idea. 



Mientras caminábamos hacia a la estación de policía para pedir datos de la ruta por Trinidad (Casanare), que si se toman un tiempo en google maps, en las instrucciones de ¨como llegar¨ (Santa Rosalia Vichada – Trinidad Casanare) son 21, de las cuales, 15 de ellas están en una combinación de 3 idiomas (Ruso, Hebreo y Mandarín), entonces… no había más opción que preguntar, pues no practico muy seguido el Hebreo.

Recibimos una llamada de Juan, estaba perdido, (imagínense, si se perdió de día), me acordé de las instrucciones y se las repetí, colgamos y ya estando en compañía de la policía quienes nos mostraban algunos vestigios de una toma guerrillera al pueblo, ocurrida un tiempo atrás (orificios de bala por todas partes), conversamos acerca del acontecimiento de la noche anterior, entre risas y amable trato, nos dijeron que ellos por allá no conocían, que lo único que sabían de esa ruta es que era muy sola.

Un dato particular es que cuando uno está por allá y lo llaman desde la casa (Bogotá) a preguntar ¨y como está todo?¨ la respuesta siempre es ¨tooodo bien¨, nada saca uno con angustiar a la gente tan lejos y sin poder hacer nada.

Ya en el hotel nuevamente, pues solo estaba a una cuadra, comenzamos a revisar la moto y a hacer las llamadas se asesoría mecánica a Bogotá para preguntar qué hacíamos, porque la distancia es muy grande y literalmente caían gotas de aceite por el exosto, para no entrar en detalles técnicos, eso quiere decir que el motor, sacó la mano!!, pero andaba, y si había moto… había regreso!!!

Unos minutos después, se oyó el motor del cuatrimoto y era Juanito, llegó y luego de discutir levemente fuerte con Javier por la confusión de la ruta del día anterior (bla, bla ,BLA, BLA!! BLAAAA!!) Yo los miraba callado y pensaba, la cosa ya está bastante mal para que estos dos se agarren ahora y empeoren las cosas, los ánimos se calmaron y llegamos a la conclusión de descansar ese día en Santa Rosalía, hacer revisar mi moto en el único taller que había y ver las posibilidades del regreso.

El diagnóstico: anillos encontrados o filtro sucio o bujía o gasolina mala o sellos de válvulas o mil cosas…creo que la visita al diagnosticentro no fue las más efectiva, pero la moto andaba, le compramos un filtro de otra moto, que más parecía un sombrero de fiesta y listos!, el problema era conseguir el aceite, entonces Juan dijo, ¨Chiqui, yo me voy hasta La Primavera (3 horas de viaje) le traigo el aceite o si no, no hay forma de que salga de acá¨, así fue…

Conseguimos otro hotel, ya mejor, con aire acondicionado, paredes blancas, cada uno en una habitación y TENÍAN BAÑO PRIVADO!

Almorzamos y Juan partió a comprar el aceite, mientras tanto caminamos el pueblo con Javier, fuimos hasta el puerto sobre el Rio Meta, nos encontramos con pescadores y conversamos con el ¨pacero¨ (un personaje que se la pasa todo el día en una hamaca esperando a que llegue gente para pasar de un lado a otro del rio), vimos las Toninas (delfines rosados), nos comimos unas papas fritas con gaseosa y luego hicimos toda una labor de investigación acerca de la ruta por Casanare.

Había otra posibilidad de regreso y era en yate (eso es una lancha pero grandesita) hasta Puerto Gaitán (Meta), conocimos a algunas personas y en una esquina nos encontramos con un bus, que para que se hagan una idea, era estar viendo uno de los vehículos de la película Mad Max, en la parrilla había desde camas desarmadas, hasta repuestos de carros y todo amarrado con cuerdas de nylon, las llantas eran enormes de tacos, casi que la moto cabía debajo del bus, lleno de cadenas y con una capa de polvo de un centímetro como mínimo, la gente que se bajaba, parecían zombies de alguna otra película, llenos de polvo y sin temor a equivocarme, mucho más valientes que nosotros, se imaginan subirse a un bus en esas condiciones del camino?.

Volvimos al hotel a una buena ducha, yo aproveché para lavar mi pantalón y camiseta mientras me sacaba el polvo con agua fría, dejé secando la ropa en el baño y listo, fuimos con Javier a un internet, Juan no llegaba ni había razón de él, haciendo cuentas, debería haber llegado hace una hora más o menos, lo llamábamos y no contestaba, al cabo de unos minutos devolvió la llamada y ya estaba entrando al pueblo, llegó totalmente amarillo, como decimos, ¨rucio de polvo!¨ luego de 5 horas de viaje Y CON EL ACEITE!!, al lado de el lugar de internet, había una peluquería donde vendían bolis de varios tipos de rojo, los sabores cambiaban pero el color no mucho, creo que me tome como 5 mientras definíamos el regreso .

Yo había hecho un contacto telefónico en Puerto Carreño con ¨El Gomelo¨ piloto de Yate, quien estaba dispuesto a llevar mi moto en el techo de su nave, solo faltaba que me confirmara si cabían las dos motos y el cuatrimoto. Después de muchas llamadas y reconfirmar precios del trasnporte… LA DECISION DIFICIL, PERO ÚNICA…. DEBÍAMOS SEPARARNOS.

Solo llevarían mi moto, ya que no había cupo en el yate, entonces no era viable, pues Javier o se iba con Juan, lo cual retrasaría el ritmo del cuatrimoto, o se iba solo por Casanare, así que… Javier y yo arrancaríamos por Casanare y Juan se devolvería por donde llegamos. Surgían dos grandes dudas. La primera, era que si a Juan le pasaba algo y solo?? Y la segunda, si la ruta de nosotros era igual o más peligrosa que la de venida??. Teníamos que tomar el riesgo y armarnos de valor, todos.


Con el estómago lleno de boli, nos dirigimos al hotel a comer y mientras comíamos, no hablamos ni una palabra, creo que cada uno pensaba en el regreso y en sus propios temores. Teníamos que descansar, la hora de partida era a las 5:00am para aprovechar la luz del día, la asesoría mecánica vía telefónica estaba completa y a pedirle a Dios que la moto no se quedara en la mitad de la nada, así que a dormir!







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